top of page

Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños.

Vol.5; Nº. 10, junio de 2020 a diciembre de 2020. ISSN (en línea): 2525-0493. (pp. 244- 250)

244

Educando con viñetas:  Reseña de La historieta va a la escuela.

Trabajar con cómics en el aula, la biblioteca y el hogar

de Libertad Margolles, Perla Calvet y Silvina Marsimian

Hernán Martignone

 

La historieta va a la escuela. Trabajar con cómics en el aula, la biblioteca y el hogar presenta, en definitiva, un panorama general y correctamente acotado de un lenguaje, el de la historieta, que tiene una rica historia no solo en el mundo, sino también y especialmente en la Argentina; a la vez, realiza un importante aporte para el acercamiento a la historieta como medio artístico de expresión y parte de la educación en diferentes ámbitos y niveles.

 

 

El libro de Margolles, Calvet y Marsimian funciona como una breve pero completa introducción, por un lado, a la historia y al lenguaje de las historietas; por otro, al abordaje pedagógico de ese medio artístico y expresivo respecto de su inserción en los tres ámbitos a los que alude el título. El énfasis está puesto sin  duda en el aula, aunque hay cuestiones específicas que conciernen tanto a la biblioteca (el último  capítulo, por ejemplo) como al hogar, espacios importantes en la experiencia educativa. Pero es el texto en su conjunto el que se presenta como un intento de combatir ciertos prejuicios y desconocimientos que todavía perviven en dichos ámbitos, así como en amplios sectores de la sociedad. La historieta va a la escuela... resulta una lectura amena que, con mucha claridad, explica y muestra, como corresponde a un volumen sobre cómic, donde la imagen es esencial el apasionante universo del llamado noveno arte, al tiempo que propone un recorrido que por momentos se vuelve un catálogo razonado de obras y artistas fundamentales y, en muchos otros, una invitación a la reflexión. O, en palabras de la autora, una “especie de manual de primeros auxilios para ingresar al mundo de las historietas” (p. 132). La estructura elegida para desarrollar su objetivo consta de cuatro secciones “La historieta. Orígenes y evolución en Estados Unidos, Europa, Japón y Argentina”; “Aprendiendo a leer historieta”; “Escuela e historieta”; “Historietas para niños y jóvenes”, que a su vez se dividen en capítulos. 

En el prólogo titulado “Propuestas”, Susana Itzcovich señala que la lectura de historieta es una lectura compleja, diferente de la literaria, con la que suele ser comparada (y perder en dicha comparación, en general por prejuicios). Ataca la idea de la historieta como puerta de entrada a la literatura o como “pasatiempo previo a la lectura de libros” (p. 5) y afirma su naturaleza artística. Su complejidad de lenguaje híbrido, verbal e icónico, es mucho más que texto con dibujos, sintagma en el que la imagen sería un mero acompañamiento de las palabras, algo que está ahí para facilitar su acceso a ellas. Por su parte, en la “Presentación”, Margolles indica que el libro se dirige “a padres, docentes y todos aquellos que trabajan con la lectura” y que la historieta debe seguir siendo incluida en los programas escolares “como un medio más de lectura” (p. 11), que además resulta muy atractivo para los y las estudiantes.

Asimismo, se enfrenta con una serie de preconceptos o prejuicios que ha sufrido ese lenguaje, como su descalificación por ser considerada en gran medida una forma de expresión marginal y popular. El objetivo es que docentes, gestores culturales y bibliotecarios puedan abordar y hacer conocer este lenguaje, ya que transmite ideas e historias de una manera única y tiene una tradición propia y rica tanto en la Argentina como en el mundo.

Dentro de la primera sección (la de carácter histórico, capítulos 1 a 4), el capítulo 1, “Orígenes de la historieta”, realiza un recorrido que se extiende desde sus inicios a fines del siglo XIX en los Estados Unidos, en los medios gráficos, pasando por el género superheroico, para mostrar sus diversas líneas evolutivas y obras y autores principales.

Como la mayoría de los capítulos, se halla copiosamente ilustrado con páginas y viñetas de diversos cómics, lo cual ayuda a evidenciar la variedad de estilos y grafismos que puede haber para narrar distintas situaciones (ficcionales o no). Esta propuesta inicial es interesante y sirve para organizar y jerarquizar la múltiple información al respecto que se encuentra dispersa en libros, muchas veces de difícil acceso, o en páginas de internet.

El derrotero finaliza en 1992 con Maus. Relato de un superviviente, de Art Spiegelman, que trata sobre el holocausto judío y fue la primera historieta en recibir el prestigioso premio Pulitzer. En el capítulo 2, “La historieta en Europa”, Margolles destaca las potentes industrias de Francia y Bélgica, con sus álbumes conocidos como bandesdessinées (BD); presenta personajes, publicaciones y autores cruciales como Tintín, Pilote o Le Journal de Spirou y la dupla Goscinny-Uderzo, creadores de Astérix, hasta llegar a Persépolis de Marjane Satrapi y Titeuf de Zep (bien distintas ambas: una autobiográfica, la otra humorística). Además, incluye un apartado dedicado a España “porque compartimos la lengua y siempre nos han llegado y siguen llegando los ecos de sus creaciones y traducciones al castellano” (p. 41). El tercer capítulo aborda “La historieta en Japón”, ya que el manga nombre con el que se la conoce también en Occidente y ya figura en el Diccionario de la Real Academia Española es un fenómeno imponente a nivel global.

Después de comentar su origen, se dedica a presentar manifestaciones afines como el animé y el cosplay: la primera suele adaptar mangas ya existentes o crear mundos ficcionales nuevos; la segunda se nutre de la imagen de los personajes para llevar a cabo caracterizaciones completas de ellos, asociadas a lo performativo (en sentido artístico), y es realizada por parte de aficionados y profesionales, llamados cosplayers.

El capítulo cuarto está consagrado a “La historieta en la Argentina” y, tras un repaso de sus primeras manifestaciones vinculadas con los medios gráficos, recorre década por década desde los dorados años cuarenta y cincuenta (época de difusión masiva) hasta arribar al siglo XXI, con dos apartados temáticos consagrados a “Mujeres e historieta” y a las “Nuevas tecnologías”. En cuanto al primero, resulta fundamental para hacer notar que la historieta no es un ámbito exclusivamente masculino, según se lo presenta a veces, y que la gran Maitena no es la única historietista de la Argentina: otras la precedieron y otras muchas también producen hoy en día grandes obras, como Caro Chinaski (Hija de vecina) o Lauri Fernández (El pozo), por citar a dos de las mencionadas por Margolles. Respecto del segundo, cabe decir que esas tecnologías afectan tanto la forma de producción (con herramientas digitales) cuanto la forma de difusión y consumo (blogs, redes sociales). Como ya señalamos, el texto siempre va acompañado de abundante cantidad de imágenes para ayudar a difundir obras y a fijar conceptos: la autora no olvida que la historieta tiene una fuerza icónica impresionante y connatural a su esencia mixta (hecha de palabras y de dibujos).

En la segunda sección (“Aprendiendo a leer historieta”), su único capítulo (5. “Qué es la historieta”) plantea una serie de preguntas (¿es literatura? ¿es un género? ¿hay una definición?) que irá respondiendo o, llegado el caso, presentando con la complejidad que revisten, como en el caso de la definición, siempre controvertida y cambiante. Mencionaré dos de las más conocidas que cita la autora, de dos historietistas y teóricos: una breve, de Will Eisner, “arte secuencial”; una más extensa, de Scott McCloud, “Ilustraciones yuxtapuestas y otras imágenes en secuencia deliberada con el propósito de transmitir información u obtener una respuesta estética del lector” (p. 112). Además de mencionar los nombres que recibe la historieta en diferentes lenguas y países (entre otros, fumetto en italiano, quadrinhos en portugués, tebeo en España, comic en los Estados Unidos, esta última muy usada en países de habla castellana como sinónimo de historieta), arma un vocabulario/glosario con términos esenciales álbum europeo, comic book, novela gráfica, etc. y las formas y elementos que la componen cuadro, globo, pastilla de texto, onomatopeya, etc.. En cuanto a los temas que puede abarcar, afirma que hay una gran variedad para todas las edades, lo cual constituye una verdad no demasiado difundida, ya que es habitual asociarla solo con el género de superhéroes y con el humor o considerarla un medio que apunta al público infantil.

En la tercera sección (denominada “Escuela e historieta”; capítulos 6, 7 y 8) se agrupan los capítulos específicamente dedicados a la vinculación de noveno arte y educación, aunque todo lo anterior es fundamental para librarse de ciertos prejuicios y abordar el trabajo en el aula con mejores herramientas al momento de leer y de disfrutar una historieta. En el capítulo inicial de esta sección, “La escuela le abre la puerta a la historieta”, es interesante ver cómo la relación entre escuela e historieta fue desarrollada por tres mujeres con sendos materiales didácticos cuando este lenguaje híbrido de palabra y dibujo no era moneda corriente en el espacio áulico. Mabel V. Manacorda de Rosetti produjo en el año 1976 –en la colección Cuadernos pedagógicos N° 33– el texto La comunicación integral. Imagen – Lengua – Literatura. La historieta, donde señala la historieta como una forma de modernizar la educación. En los años ochenta, Gladys A. Coviello publica su obra Didáctica de la historieta (1988), narrando sus trabajos y experiencias entre los años 1981 y 1986. En 1993, Libros del Quirquincho edita La historieta: ¿para qué? de Perla Suez, que busca explicar a los adultos, por ejemplo, por qué la historieta resulta un lenguaje atractivo para los adolescentes.

En el capítulo séptimo (“La historieta en el nivel inicial y la escuela primaria”), Perla Calvet se propone “investigar y describir la relación de la escuela con la historieta a partir del papel que le asignan en el Nivel Inicial y en la Educación Primaria los respectivos diseños curriculares” (p. 133) tanto en la Provincia como en la Ciudad de Buenos Aires, pero también “establecer una comunicación con profesionales de la educación” para poner en marcha “decisiones didácticas que potencien la utilización de la historieta” (p. 134). Su trabajo consistió en estudiar el lugar que ocupa la historieta en bibliotecas educativas y en proponer, en colaboración con docentes, actividades específicas para la lectura y la creación de historietas dentro del aula, con resultados muy interesantes. Además de desarrollar las mencionadas cuestiones, comparte el proyecto presentado a un grupo de docentes, imágenes de las producciones de alumnos de nivel inicial y primario y una entrevista al docente Matías Ronco sobre su experiencia respecto del trabajo con historietas. Ronco cuenta muy bien cuáles son los aportes expresivos que brindan a sus estudiantes y al desarrollo de estos en el proceso de aprendizaje, al tiempo que destaca sobre todo el disfrute que produce su lectura.

Silvina Marsimian, por su parte, en “Historieta, adolescencia y escuela” (capítulo 8), relata su experiencia en el curso de ingreso del Colegio Nacional de Buenos Aires, con la coordinación de Rosalía Montes, ya que incorporaron en las guías de Lengua historietas de Quino, Caloi, Sendra, Crist y Almeida. La aparición de personajes como Mafalda de Quino o Matías de Sendra despertó la curiosidad de los chicos, su deseo de leer y su buena disposición para el estudio. Y no solo las aprovecharon para enseñar temas de  comunicación o géneros literarios, sino que dedicaron un capítulo para analizarlas como lenguaje específico. El texto de Marsimian muestra algunas de esas actividades y una propuesta completa para trabajar con un episodio de la historieta El Hipnotizador, de Pablo De Santis y Juan Sáenz Valiente (adaptada como serie televisiva con el actor Leonardo Sbaraglia), que ejemplifica cómo historieta y literatura pueden enriquecerse mutuamente si se las pone en relación. Aquí es fundamental entender que historieta y literatura son dos lenguajes diferentes, con sus especificidades y posibilidades propias, y que como tales deben ser abordadas. Dentro del mismo capítulo, en el apartado “Experiencias de la otra orilla”, Margolles habla acerca de la historieta uruguaya en experiencias como las de Bandas Orientales y Bandas Educativas, proyectos que han abordado la historia del país vecino a través del noveno arte y han expandido sus intereses temáticos a áreas como lengua, matemática y otras ciencias.

Además, se menciona la importancia de la AUCH (Asociación Uruguaya de Creadores de Historieta) y del evento Montevideo Cómics, que no solo brinda un espacio de visibilidad, sino que también ha publicado en sucesivas ediciones obras de autores noveles y rescates de clásicos.

El capítulo final, “¿Y qué leemos?” (único de la sección “Historietas para niños y jóvenes”), propone una lista con algunos títulos de historietas y sugiere para qué edad se recomienda cada uno. Dicho listado fue confeccionado con la colaboración de Roberto Sotelo, bibliotecario en la biblioteca Juanito Laguna, y César Da Col, dibujante, quienes son miembros del colectivo Banda Dibujada. Este grupo se dedica a la difusión de la historieta infantil y juvenil dicta, por ejemplo, talleres en escuelas primarias y secundarias y entrega anualmente los premios Banda Dibujada en diferentes categorías.

En su página web (premiosbandadibujada.blogspot.com) se pueden conocer las obras nominadas y premiadas por su calidad desde 2012. El libro concluye con la Bibliografía general, que incluye textos y páginas de internet para seguir indagando en las cuestiones planteadas.

La historieta va a la escuela. Trabajar con cómics en el aula, la biblioteca y el hogar presenta, en definitiva, un panorama general y correctamente acotado de un lenguaje, el de la historieta, que tiene una rica historia no solo en el mundo, sino también y especialmente en la Argentina; a la vez, realiza un importante aporte para el acercamiento a la historieta como medio artístico de expresión y parte de la educación

en diferentes ámbitos y niveles.

​

Hernán Martignone es Profesor, Licenciado y Doctor en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es docente (Departamento de Lenguas Clásicas) e investigador (Instituto de Filología Clásica) en dicha Facultad, donde dirige un proyecto FILO: CyT sobre historieta y mundo clásico. Buenos Aires, Argentina. hmartignone44@gmail.com

 

Valga la aclaración de que Calvet y Marsimian son responsables de dos de los capítulos específicos sobre didáctica de la historieta (7 y 8), mientras que el resto del texto es obra de Margolles.

banfield.jpg
Historietas Noticias_edited.jpg
Perfil logo.jpg

EDICIÓN IMPRESA

20190816_140041.jpg

HISTORIETA. Ya está a la venta La historieta va a la escuela (Lugar Editorial), de Libertad Margolles, Perla Calvet y Silvina Marsimian. Lo sabemos: la historieta es una manifestación cultural cuyo acceso a las aulas ha sido escaso hasta el presen te, a pesar de lo atractiva que resulta para niños y adoles centes. Este libro colabora en revertir aquella ausencia en escuelas y colegios, ofrecien do un material que aborda es te género contando los hitos más relevantes de su historia (en Argentina, EE.UU., Eu ropa y Japon), los elementos que la constituyen y le dan singularidad, y las experien cias en algunas instituciones educativas: Se puede ver en https://bit.ly/2QFIRjz

Mira BA.jpg
La memoria y el sol.jpg
noticias positivas 1.jpg

"La historieta va a la escuela",

o por qué los comics enseñan al mismo tiempo que entretienen

De qué se trata este género difícil de definir pero tan disfrutable? Las docentes Libertad Margolles, Perla Calvet y Silvina Marsimian lo estudian en profundidad, para difundirlo mejor en las aulas

por graciela melgarejo.png
Latam noticias.jpg
El_Correo_Gráfico.jpg
Frontal revista.jpg
Palermotour.jpg
Vuenoz.jpg
bottom of page